Una ventana entreabierta, deja ver un dormitorio... una cama sin hacer, un espejo lleno de recuerdos... y una mesita de noche... ... algo la hace especial, diferente del resto de mobiliario... un cajón, aparentemente tan normal como el resto del cuarto, pero si lo abrimos, y nos fijamos bien, tiene algo que lo hace inmenso... o quizás deberíamos fijarnos en lo que no se ve, que lo hace mas grande aún... un cajón que nos invita a guardar todos nuestros secretos, nuestras vivencias, emociones, recuerdos, palabras... todo lo que queremos proteger del paso del tiempo, del olvido... es un cajón sin fondo, lo que lo hace tan grande que podría asustar; intentar meternos demasiado en su interior... y perdernos... llegar tan adentro que la luz de la entrada se confunda con la oscuridad, y andar buscando una salida, dando tumbos de un lado a otro de nuestro interior.. del interior del cajón... Por el contrario, podríamos llenarlo de esperanza, hasta saciarnos de ella.. aunque, podríamos acabar confundidos de tal modo, que no veríamos mas que lo que quisiéramos... perdidos de cualquier modo... pero quizás con un poco de felicidad, paciencia y mucho sentido común empezaría a ser una preciosa joya... por que no, guardar también recuerdos de la infancia, sin corrupción, tan sinceras como los ojos de un niño, tan valiosas como el tiempo que se va, como el susurro del viento que nos hace sentir vivos, como el aliento que nos empuja adelante... Podríamos dejar un buen espacio para la tranquilidad, y así administrar cada una de las emociones guardas, y no perdernos entre tanto sentimiento lleno de vida y realidad, pero tanto sentimiento capaz de hacernos perder la razón.. y con ello, acabar perdidos de nuevo...
Un maravilloso cajón, capaz de guardar cada una de las emociones necesarias para mantener el equilibrio, dependiendo del momento y el lugar, capaz de hacernos tener esperanza y paciencia cuando las cosas parecen empiezan a torcerse, felicidad cuando necesitamos compartirla y repartirla entre los de nuestro alrededor y hacer crecer su esperanza y tranquilidad... y por que no, como todo, necesitamos de lo bueno y lo malo para alimentarnos y crecer, dejar un pequeño espacio para el odio, que no rencor, que nos empuje a luchar contra los cajones llenos de espacios ocupados por formas tales, como la avaricia, la crueldad, la indiferencia o la soberbia desmesurada...
Un cajón, que como nuestro día a día, solo podemos llenar o vaciar nosotros.. cada cual a su gusto y elección, con los momentos elegidos para aprender a vivir... con los momentos elegidos para dejar vivir...
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